De aquí la importancia del saber tradicional o campesino desde la agroecología y del medio rural vivo. Porque es en cierta forma los que han sabido mantener un mayor equilibrio con la naturaleza en el aprovechamiento racional de los recursos naturales para su seguridad alimentaria y como actividad económica.
Su conocimiento se basa en años de experiencia práctica, transmitida y mejorada de generación en generación. Las tecnologías autóctonas son un ejemplo de capacidad de adaptación centrada en las aptitudes experimentales y resilientes de los agricultores tradicionales.
La adaptación de las variedades locales a las condiciones de un territorio, su selección y conservación muestran la estrecha relación entre la adaptación natural y la subsistencia de las poblaciones a esos entornos, el manejo del suelo para los cultivos en terrazas para aprovechar el agua de lluvia y evitar la erosión, el manejo que las Culturas ancestrales tenían del agua es una muestra de cómo ya se ejercía un manejo sobre los recursos adaptándolos a su forma de organización económica y social y respetando e integrando la naturaleza.
Por otro lado identidad ligada al territorio es un lazo muy importante que se mantuvo latente en nuestras culturas a través de sus tradiciones, por ejemplo la gastronomía, reforzada por el papel de la mujer en el medio rural, que marca una clara raíz con la tierra y los usos de la misma para producir alimentos.
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