Siempre dejamos plantas y frutos que semillen, sean de dónde sean, honramos esta función natural de la vida vegetal de reproducirse y sobre todo favorecer la biodiversidad genética.
Es un verdadero despliegue de magia ver la transformación de cada planta para esta etapa de su vida. Sobre todo las hortalizas de hoja que solemos consumir en sus primeras etapas del ciclo de vida.
Cuando las plantas tienen la semilla, de algunas las recogemos y otras las dejamos que cumplan su ciclo natural ( resembrar, alimentar a otros habitantes del huerto, dispersarse más allá de nuestro huerto, etc). Esto me permite saber que las que han caído al suelo nacerán cuando ellas consideren que es el momento oportuno sin necesidad de forzar ninguna siembra.
De esta forma hace años que en nuestro huerto se cultivan de manera natural, acelgas, lechugas, puerros, achicorias, espinacas, perejil, apio, hinojo, calabazas, boniatos, tomates cherrys, alcachofas, cardos, borrajas y caléndulas.
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